jueves, 18 de octubre de 2012

Oxlaj Bak'tun



13 Bak’tun

El interés por asignar a cada día una identidad propia. 
Méndez Vides
La aproximación, por superficial que sea, al conocimiento del sistema de la numeración vigesimal en el calendario de la cultura Maya milenaria, sorprende y da fácilmente espacio a la superstición. 

Hoy están de moda las interpretaciones sobre las creencias populares y aplicaciones mágicas, particularmente debido al anuncio del vencimiento de un ciclo de la cuenta larga, lo que hace que haya gente buscándole a los signos el sentido trágico espiritual o la utilidad predictiva. 

Lo mismo sucede con otros calendarios en desuso, llevados fuera de los límites de la ciencia para entusiasmar a quienes se ilusionan con lo fantástico, como la interpretación de la Kabala a partir de los números griegos (compuestos de letras y números), donde figura el ángel para cada día, al estilo del Nahual, para vender interpretaciones como servicios espirituales. 

También sabemos del uso que se le da al horóscopo o a la cruz china, pero el calendario no pretende nada de eso, es apenas una convención desarrollada y utilizada por la humanidad para registrar y medir el tiempo que no se repite, porque cada día es único. La cuenta larga de los mayas brinda tal sentido, porque identifica cada día como único, combinando el calendario sagrado Tzolkin de 260 días (con números y nombres), con el calendario civil Haab de 365 días (360 días más el mes sin nombre de 5 días), lo que da 18 mil 980 días con nombre diferente en el calendario de la rueda, o 52 años solares; y que en el sistema de la cuenta larga da 1 millón 872 mil días o 5 mil 125.36 años solares para determinar un ciclo maya, dentro del cual no existe repetición de una sola fecha. La reanudación de una fecha solo ocurre una vez cada 136 millones 656 mil días, o aproximadamente 374 mil 142 años o 73 eras mayas. 

Pareciera que el interés de los mayas era asignar a cada día una identidad propia, y no era un vehículo para la religiosidad. En tal caso, el asunto de celebrar el cambio de era este 21 de diciembre, no es sino repetir la costumbre occidental, normal y humana, de celebrar individualmente nuestro cumpleaños, y socialmente el de todos los arranques y finales, que aprovecharemos gracias al turismo que se atraiga, pero sin buscarle tres pies al gato. 

Lo relevante es admirar lo fascinante de un calendario en desuso, derivado de la observación de los astros, donde el sol o el sistema solar como un todo gira alrededor de otra estrella, o se mueve como un cuerpo armónico que flota en el Universo, con órbitas que se sincronizan, pero donde hasta lo que aparentemente se repite, cambia.

Publicado en diario elPeriódico 18/10/2012  http://elperiodico.com.gt/es/20121018/opinion/219356/ 

No hay comentarios:

Publicar un comentario